Liderado por dos muchachas: Truganiká y Sensuká; nietas, hijas, hermanas y esposas de líderes que participaron en la revuelta contra los malditos ingleses; fueron acompañadas, entre otros, por Frank Prosser y Williams Beckley, dos convictos fugados del penal de Port Arthur.
Al mismo tiempo, en Irlanda vivía Rachel Prosser, hija de uno de los convictos sobrevivientes, y que ha decidido ir a buscar a su padre a la Isla del diablo; Tasmania. Mientras, en Port Arthur; el penal más peligroso fundado en la Isla del diablo, donde viven novecientos convictos, reina un clima de venganzas, fugas, peleas, asesinatos, lo clásico en un penal dónde conviven los reos más peligrosos deportados desde Inglaterra. Algunos de estos prisioneros demostraron que también se podía formar una familia dentro del penal; como la que consiguieron crear mis padres: Elysabeth Darwin y Tom Gardiner, convictos que tuvieron dos hijos gemelos; mi hermana llamada Scooty Evelyn, en recuerdo por mis dos tías adoptivas, también convictas, y el que les escribe…Tommy Jackson Gardiner Darwin. También fuimos convictos hasta que le llegó la libertad a mi madre cuando teníamos diez años de edad. Tuvimos que abandonar a mi padre y a mi tía Evelyn hasta que terminaran de cumplir su condena de veinte años más. Solamente me he limitado a transcribir los hechos tal como ocurrieron. Tommy Jackson Gardiner Darwin Londres 1890. |
Biografía del autorAlicante, 2013
¿Quién iba a decir en el año 1953, cuando el pequeño Carlos asomó su cabecita en Zaragoza, que un día publicaría una novela y que tendría dos más esperando para divulgar? ¿Quién? ¡Pues yo, su abuela! Después de oír la imaginación que tenía para los cuentos cuando era niño, buscando librarse de los castigos, sentencié… ¡un día este niño tan guapo llegará a ser un escritor! Lo que no dije fue si escribiría bien o mal pero… sí que lo haría. Y aquí está. La visionaria de su abuela acertó. ¿Cómo empezó todo? Este alicantino de adopción tuvo que padecer un incidente en un país Latinoamericano para que le entrara el gusanillo por la escritura. ¡Afortunadamente! La necesidad de contarle a su hija; mi bisnieta, lo que de verdad ocurrió fue determinante para que un día se pusiera a escribir el desagradable acontecimiento. La obra que se os presenta en las manos es la última que Carlos ha escrito y la primera con la que se lanza al público. Ahora les dejo, no les entretengo más. ¡Disfrútenla! ¡Gracias a todos por aguantar a mi nieto! María Delgado, abuela del autor |